COMPOSTELA. Alvariño
Después de tanto tiempo, la verdad, no sé por dónde empezar. He vuelto. Sí, he vuelto ahora, en este preciso momento, ni antes ni después. Ahora, cuando la mayoría o ya se ha ido o sólo piensa en irse. Yo siempre he sido de nadar a contracorriente. Cada uno es como es, no hay nada que hacer.
He vuelto y tenía pensado escribir sobre, ¿sobre?,... Tendréis que perdonar, no sé muy bien sobre lo que tenía pensado escribir. Es que en mi cabeza tengo una amalgama de sensaciones a la que tendría que darle un poco de forma. El título lo tenía claro, eso sí, “La chica de ayer”.
Ayer, precisamente, intentando buscar un punto de arranque, un tono adecuado, me puse a ver un video de la canción de Antonio Vega y caí en la cuenta de que escribir un texto con ese título era una osadía. Casi me pareció una bravuconada de las mías, una falta de respeto. Me quedo con la mujer de hoy, aunque también siento que todas las mujeres de hoy somos una chica de ayer.
¿Relato con puntito nostálgico? Definitivamente, sí. He vuelto de mi travesía por el desierto con un puntito nostálgico. La culpa la tienen los dichosos relojes Casio, los leggins, las gafas Ray-Ban modelo Aviator, las zapatillas Converse, los colores flúor, la sombra de ojos azul, las gafas de sol enormes, los pantalones pitillo, las bermudas, (ahora llamadas piratas), las bailarinas, las monturas de pasta redondas con aire retro, los fulares, la moda vintage y la madre que la parió. Una moda que una y otra vez me devuelve a la época en la que era una adolescente que miraba con indisimulada envidia el ir y venir de las chicas universitarias. No es que me atrajese el mundo de la cultura, qué va, a mi lo que gustaba de ellas eran que llevaban bolso, maquillaje y largas melenas ondeando al viento. Reconozco que, en mi memoria, las tengo idealizadas. Es que no recuerdo haber visto chicas más guapas y más felices que aquellas. Supongo que muchos chicos pensarán lo mismo que yo. Sólo me falta la colonia don Algodón, la primera, aquella del frasco redondo y la tapita azul y el maquillaje joven de Margareth Astor, un compacto que venía en una cajita de lata, como la Nivea, y que debe ser el peor maquillaje que se ha comercializado nunca. Eso si, gracias a él, toda una generación de chicas salimos la calle como la mismísima novia de Naranjito, anaranjaditas perdidas.
Pues eso, que estoy hasta el... moño de esta moda. El otro día, me decía una amiga que la moda no se inventa, simplemente se fusionan tendencias de otras épocas. Bueno, si ella lo dice será verdad. Pero, es que estamos llegando a puntos difícilmente imaginables. Sin ir más lejos, el otro día en El Corte Inglés, si fui por allí, pero no me compré nada, que no están los tiempos para seguir engordando el cerdito-hucha de don Isidoro. Ya me he liado, lo intento de nuevo: el otro día, en la zona de la ropa Naf Naf, tenían colgada una foto de una chica con el estilo de Marilyn. Me dio un poco de pena, no la modelo, sino la pobre Marilyn. Es que yo a Marilyn la quiero mucho y desde aquí le mando un beso. Los del marketing son la caña, utilizar a estas alturas a Marilyn como reclamo para vender ropa. ¡He flipado!
Y lo peor de todo, es que me con tanta referencia retrógrada me estoy anaobregonando. Sí, estoy hasta preocupada. He perdido el norte, es como si los números del calendario gregoriano empezaran a bailar temblorosos ante mis ojos y con tanto meneo de dígitos, la fecha actual se convirtiera en otra distinta, mucho más distante en el tiempo, mucho más antigua. Ya tengo síntomas peligrosos. El otro día, mi amiga, la experta en tendencias, me formuló una pregunta capciosa, ¿se dice así?. La muy puñetera se ha dado cuenta del estado desorientación que me invade y me ha preguntado si prefería conocer y tratar a Iñaki Gabilondo o a Jesús Olmedo. A Jesús Olmedo, le respondí sin dudar, con la misma ilusión con la que se le escribe a los reyes magos o se le formulan los deseos al genio de la lámpara. No me reconozco en mi elección, cómo pude descartar con tanta facilidad a un icono del periodismo español para quedarme con un icono de..., de..., del Imperio Romano.
Alva.