
Hoy he leído una noticia que me alegra, pero que al mismo tiempo me escandaliza. Se trata de la inhabilitación de por vida a una ciudadano de Palma (si es que se le puede llamar ciudadano), para tener otro perro.
Al parecer este individuo, que poseía dos perros, ni corto ni perezoso, no se le ocurre la mejor idea que marcharse de vacaciones, en pleno verano, dejando a sus perros en la terraza de su casa, sin agua, sin comida y sin nadie al cargo de ellos. Uno de ellos acaba muriendo y el otro es rescatado en lamentables condiciones por los bomberos, gracias a la denuncia de los vecinos, los cuales se percataron de tan detestable escena.
Y es que en este mundo, aún existe gente que trata a los animales como objetos de usar y tirar. Ven a los animales como un complemento, que cuando deja de interesarnos, o porque nos resulta un obstáculo para nuestras necesidades (no básicas), podemos desprendernos de ellos, como si fueran unos zapatos viejos o pasados de moda.
Como decía ese famoso slogan: “El nunca lo haría”. Y es que un animal de compañía, desde el primer momento en que entra en nuestra casa, se convierte en uno mas de la familia, al que debemos cuidar y alimentar, pues en contrapartida, ellos nos ofrecen amor y compañía de por vida (entre otras cosas), y sin exigirnos nada a cambio. Por lo tanto, debemos considerarlos casi como nuestros hijos. Ellos no son artículos para fardar ante los amigos y vecinos. Tampoco son juguetes que caprichosamente puedan pedir nuestros hijos y que cuando aparece otro juguete más divertido, se opta por abandonarlo.
Aún tengo en el recuerdo aquellas escenas de un hombre que le da una paliza mortal a un perro, porque éste, siguiendo su instinto natural mató a una gallina. ¿No le hubiera sido mejor encerrar debidamente a las gallinas, fuera del alcance de su perro, para que no volviera a suceder tal hecho?
El ser humano ha evolucionado “mucho” desde la prehistoria, aunque por lo visto no hemos evolucionado los suficiente. Seguimos siendo seres salvajes para con algunos seres vivos.
Me alegro, por lo tanto, de esta sentencia, aunque por desgracia, debería de aplicarse a más gente, de la que creemos. Gente que opta por dejar morir a un perro, por una enfermedad curable, por no gastar dinero en el veterinario (“si se muere, compramos otro y ya está”), gente que antepone sus necesidades (necesidades no básicas), para poder pasar un mes en un hotel de la costa mediterránea. (“¿Que hacemos con el perro? No lo podemos llevar. Pues lo abandonamos en el monte. Yo no me voy a quedar sin vacaciones en la playa por culpa del perro.”)
Ante todo debemos preguntarnos esto: ¿Quién es más animal, ellos o nosotros?
ARTIGO RELACIONADO PUBLICADO O 24-03-08 EN A.L.M.:
Diario dun can...porque os cans tamén teñen vida
UN ARTIGO ELABORADO POR:
O MouchoColaborador de
A Lareira Máxica